Había una vez, una gotita de agua que vivía en el mar muy contenta. Se pasaba el día en compañía de otras gotitas amigas suyas. Bajaban al fondo del mar, donde estaba oscuro, subían a la superficie, se deslizaban en las olas e incluso, a veces, se acercaban a la playa para ver la gente que se bañaba y tomaba el sol. Sobre todo le gustaba ver como se divertían los niños en la orilla jugando con la arena y refrescándose en la playa vigilados muy de cerca por las mamás.
De pronto la gotita se puso triste. No se reía tanto. No quería bajar hasta el fondo y tampoco quería deslizarse en las olas para convertirse en burbujas de espuma con sus amigas.
- ¿Qué te pasa? Le preguntaban sus amiguitas muy preocupadas.
Pero la gotita, no les respondía.
Tal fue la tristeza y la preocupación que tenía por su compañera de juegos que se juntaron y decidieron no dejarla hasta que les contara lo que le ocurría.
-Es que llevo mucho tiempo pensando que quiero irme a conocer otros sitios y otras gotas diferentes. Ya no quiero quedarme aquí haciendo siempre lo mismo.
- Pero si es divertidísimo montar en las olas y bajar al fondo del mar y ver a los chicos y las chicas jugar en la orilla. ¿Es que no nos quieres? Le dijeron sus compañeras de juegos.
- Si pero me aburro y quiero irme de viaje. Lo he pensado y me iré.
-Un día, después de despedirse de sus amigas, esperó a que el sol estuviera en lo más alto que es cuando más calienta y se fue a la superficie del mar. Allí se quedó muy quieta, muy quieta, tenía mucho calor, pero no se movió y al cabo de un rato, notó que se le caía la sal, que estaba dulce, que no pesaba y que empezaba a volar porque se había convertido en vapor; una nubecilla muy, pero que muy pequeña, que nadie podía ver. Se fue elevando y elevando hasta que llegó muy arriba. Mientras subía, vio a la gente en la playa, jugando, bañándose. Otros que estaban preparándose para marcharse a comer y recogían sus cosas y los papeles para dejarlo todo limpio. Fue un viaje maravilloso hasta que de repente se encontró en una nube muy grande formada por muchas gotitas que como ella se habían evaporado para conocer mundo. Estaban muy arriba flotando y contándose cosas unas a otras hasta que empezaron a moverse. El viento que estaba ese día juguetón, empezó a soplar y a soplar y empujó la nube de millones de gotitas por encima de los pueblos, de las ciudades, de los campos. Las gotitas de la nube, quedaron enmudecidas al ver tantas maravillas que nunca se hubieran imaginado y nuestra amiga pensó que tenía que haberse decidido antes a partir hacia la aventura.
Cuando todas estaban extasiadas contemplando todo desde arriba, la nube se puso a temblar y a subir más arriba. Había una montaña muy alta y el viento quería empujarlas hasta el otro lado. Subieron y subieron y empezó a sentir frío. Cada vez más frío. Hasta que se volvió a convertir en gotita de agua. Ya notaba que volvía a pesar y empezó a preocuparse pero se estuvo quieta porque tenía miedo a caer. El frío se hizo más intenso y no pudo resistirlo, comenzó a tiritar y a moverse y sintió como empezaba a caer hacia la tierra que estaba muy, muy abajo. Cada vez caía más deprisa, empezó atener miedo y a temblar. La tierra se veía más y más cerca y pensó. Este es el fin. Quedaré en la tierra espachurrada. Como cuando pisa un camión una lata de refresco. Será mi final.
Casi fue como lo pensaba, pero como ya habían caído muchas gotas antes que ella y habían empapado el suelo, tras un choque enorme, la gotita, comenzó a rodar y rodar hacia abajo hasta que se vio con otras compañeras, sucias de barro, en un pequeño arroyo que corría entre unas piedras. Poco a poco se les fue quitando la suciedad y siguieron el viaje por el arroyo entre bosques, rocas y sembrados. A veces iban deprisa e incluso daban saltos en las corrientes, y pequeñas cascadas; otras, iban muy despacito en los remansos y podían charlar unas con otras.
Ese arroyo, se juntó con otro y este con otro y al final se encontró en un río muy grande. Volvió a estar contenta y volvió a sentir la curiosidad. En un recodo del río había una construcción con un agujero redondo y grande. Se acercó a curiosear y ¡zas!. Cuando quiso darse cuenta estaba dentro. Todo oscuro y viajando rápidamente sin saber a donde iba. De pronto notó que caía en un depósito más grande donde también había otras gotas que no eran de agua y que olían fuerte como a lejía. Siguió por otra tubería y se quedó parada y apretujada con sus compañeras. Oía cosas pero de allí no podía salir. Estuvo mucho tiempo encerrada hasta que escuchó:
-Mamá tengo sed.
-Pues coge un vasito, abre un poquito el grifo y bebes Pedrito, que ya eres mozo.
-Casi inmediatamente se destapó el grifo y cayó con otras gotas a un vaso. Vio que Pedrito cerraba el grifo y ya no caía más agua. Las miró, abrió una boca enorme donde tenía dientes y muelas, se acercó el vaso y se las bebió. Otra vez lo vió todo oscuro, fue por un tubo blando y caliente hacia abajo y cayó a un saco grandote que era el estómago de Pedrito que acababa de comer un poquito antes. Allí se estaba mal. Había comida, trocitos de fruta masticada, de filete, de yogur... Todo se movía y se mezclaba con las gotitas y pasaron a los intestino Allí les caían otras gotitas de sustancias muy raras y cada vez parecía que todo se había convertido en leche. De pronto, aparecieron muchos pelitos y se acercó a uno para ver que pasaba. Sin darse cuenta como ocurrió descubrió que la había llevado a una vena y estaba moviéndose en un líquido rojo a gran velocidad. También ella estaba roja. Así paseó por todo el cuerpo de Pedrito. Lo más emocionante fue cuando pasó por su corazón que latía con fuerza. Le gustaba mucho aquella experiencia. Luego llegó al riñón y allí abandonó las venas. Por un tubo finito, cayó a una bolsa. Olía mal, a pis, y estaba amarilla. Pedrito, marchó al cole y jugó con sus amigos (La gotita lo sabe porque aunque no ve, si que oía todo lo que decían). De regreso a casa oyó que Pedrito decía:
-Mamá, quiero hacer pis.
-No sabía lo que era eso pero pronto lo aprendió. Oyó que la mamá decía:
-Ve al servicio y no te olvides de tirar de la cadena.
Salió en un chorro y cayó en una taza muy grade junto a otras gotas que como ella eran el pis de Pedrito. Cuando terminó de hacer pis, tiró de la cadena y cayó mucho agua haciendo mucho ruido. Todas pasaron a unas tuberías oscuras donde olía mal porque había cacas, detergentes, pis... Viajaron y viajaron, cada vez olía peor y las alcantarillas eran más grandes, vio ratas y todo y al final cayeron con las cacas, los detergentes y todo en unos depósitos grandes y redondos. Empezaron a dar vueltas y vueltas. Los pasaron de un depósito a otro y siguieron dando vueltas. Notó que ya no olía mal y que estaba limpia como al principio hasta que salió al río. Siguió viajando y viajando. Cuandoestaba aburrida y cansada de tantas aventuras, notó que volvía a estar salada. Oyó un sonido que le gustaba mucho y sintió como se balanceaba. ¡Había llegado al mar!. Tardó unos días en encontrar a sus amigas para contarles todo lo que le había pasado sobre todo el miedo, lo mal que había olido y lo sucia que había estado. Todas decidieron quedarse en el mar jugando con las olas y dejar los viajes para otra ocasión. |